El acebuche (Olea europaea L. Sylvestris) es la variedad silvestre de nuestro olivo cultivado y se emplea, desde la antigüedad, para obtener el aceite de oliva. Aunque en la actualidad el uso comercial del fruto del acebuche es minoritario en la industria alimentaria, en algunos lugares se utiliza para elaborar aceites ecológicos y, según algunos estudios, sus propiedades nutricionales son excelentes.
Se cree que el acebuche fue la especie primigenia, de la que, posteriormente, derivaron el resto de variedades de olivo que tenemos hoy en día. En España, aún se pueden encontrar bosques de olivos silvestres en Andalucía (donde ocupan casi nueve millones de hectáreas), además de algunos acebuches dispersos en áreas de la Comunidad Valenciana y Cataluña.
¿En qué se diferencia el acebuche del olivo cultivado?
El acebuche se diferencia de la variedad cultivada por su porte arbustivo, es decir, el aspecto general de la planta. Cuenta con tallos más recios y robustos, hojas de forma oval, su tamaño es menor y su fruto es bastante más pequeño. Hay ejemplares, incluso, que desarrollan espinas. Aparece en forma silvestre acompañando a otros árboles, como las encinas o los alcornoques.
Es una especie que aguanta muy bien el calor, pero es sensible al frío, especialmente a las heladas, y los expertos aseguran que sus genotipos podrían ser utilizados para la mejora del olivo tradicional. De hecho, algunos agricultores suelen utilizarlo para injertar ramas de otras variedades conocidas.
Quienes sí han apreciado mucho estos ejemplares silvestres a lo largo de la historia han sido los pastores, ya que los rebaños suelen comer sus frutos y hojas, sobre todo en épocas de escasez de pastos.
Un fruto poco productivo, pero con un alto contenido fenólico
Los frutos de acebuches, conocidos como acebuchinas, se caracterizan por tener un bajo contenido de aceite (menos de la mitad del que contienen los olivos cultivados). Sin embargo, presentan características únicas, como un alto contenido en compuestos fenólicos que podrían ejercer un efecto dentro de los parámetros exigidos por la Unión Europea para tener una alegación de salud. Así lo indica la profesora M. Rosa Lamuela, directora del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA) y responsable del Grupo de Investigación de Antioxidantes Naturales de la Universidad de Barcelona.
Un estudio llevado a cabo por su equipo recoge que las propiedades organolépticas del aceite de oliva procedente de los acebuches son similares a las de las variedades de olivos cultivadas. Además, poseen concentraciones similares en oleocantal y oleaceína, los dos compuestos fenólicos responsables de percepciones como el picor y el amargor.
Este equipo no es el único que ha demostrado las propiedades nutricionales de los frutos del acebuche. Otro estudio de la Universidad de Sevilla asegura que una dieta enriquecida con aceite de acebuchina permitiría disminuir los valores de presión arterial, por lo que sería muy recomendable para personas que padecen hipertensión.