Médicos, nutricionistas y profesionales de la salud, en general, recomiendan el consumo de aceite de oliva como grasa principal dentro de una dieta equilibrada. ¿Cuáles son las grasas que hacen que el aceite de oliva sea tan saludable y el mejor para consumir, tanto en crudo como formando parte de otras recetas?
Además de sus componentes antioxidantes, de los que os hemos hablado otras veces, el aceite de oliva aporta efectos beneficiosos al organismo, gracias a su composición en ácidos grasos, en su mayor parte monoinstaurados. Y, entre todos ellos, destaca el ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado con propiedades saludables reconocidas por múltiples estudios.
Grasas sí, pero saludables
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos obtengan entre el 20% y el 35% de nuestra energía diaria en forma de grasa. Las grasas no solo cumplen la misión de aportarnos energía, sino que también son componentes estructurales de nuestros tejidos. Sin ir más lejos, para la constitución de nuestras membranas celulares necesitamos grasa. Sin embargo, no todas son saludables, por eso recomiendan que la ingesta se limite a las grasas insaturadas, como es el caso del mencionado ácido oleico.
Las grasas insaturadas contienen los ácidos grasos esenciales linoleico y linolénico en cantidades relativamente importantes. Y, entre todas ellas, el ácido oleico, presente en el aceite de oliva, es el componente mayoritario de todas nuestras células. Según los expertos, tenemos aproximadamente un 40% de ácido oleico en nuestras membranas.
Ácido oleico, fuente de beneficios para el organismo
Concretamente, y tal como reconoce la Fundación Española del Corazón, la ingesta de ácido oleico contribuye a disminuir el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Además, ayuda a controlar otros trastornos que aumentan el riesgo, como la diabetes o la obesidad.
El ácido oleico también ayuda a las lipoproteínas a ser más resistentes a la oxidación (el proceso oxidativo es un determinante para el desarrollo de las enfermedades coronarias y vasculares, produce inflamación y arteriosclerosis). Y, por supuesto, contribuye a disminuir el colesterol LDL (‘colesterol malo’), sin reducir los niveles de HDL (‘colesterol bueno’).
Por último, posee efectos beneficiosos en la regulación del metabolismo de los lípidos, por lo que ayuda a mantener un peso equilibrado, siempre que sigamos las recomendaciones de consumo diario que establecen las autoridades santitarias, y que se sitúa en 40 ml (unas tres cucharadas), tal y como os contamos en este artículo sobre cuánto aceite de oliva debemos consumir al día.