Su alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados hace de los aceites de oliva un alimento único, saludable y el más recomendado por los profesionales de la salud. ¿Pero sabes cómo reconocer un buen aceite de oliva? ¿Cuáles son las características que demuestran que estamos ante de un aceite de oliva de calidad?
Aceite de oliva virgen y virgen extra, los de mayor calidad
El aceite de oliva se divide en tres categorías comerciales: aceite de oliva, aceite de oliva virgen y aceite virgen extra. Los dos últimos son 100% zumo de aceituna, obtenidos mediante procesos mecánicos y sin someterse a otros procesos de refinado. Esto se traduce en que su contenido en antioxidantes es mayor y, por tanto, su calidad también lo es.
Frutado, amargor y picante, atributos de calidad
El frutado (no confundir con sabor afrutado) es uno de los atributos positivos, que nos ayudan a reconocer un buen aceite de oliva. Se trata del conjunto de sensaciones olfativas características del aceite, dependientes de la variedad de las aceitunas, procedentes de frutos sanos y frescos, verdes o maduros, y percibidas por vía directa y/o retronasal.
El amargor es el sabor elemental característico del aceite obtenido de aceitunas verdes o en envero. Se percibe en las papilas gustativas del dorso de la lengua. Y el picante es la sensación táctil de picor, característica de los aceites obtenidos al comienzo de la campaña, principalmente de aceitunas todavía verdes y de algunas variedades concretas. Puede ser percibido en toda la cavidad bucal, especialmente en la garganta.
Podemos encontrar aceites con un frutado verde, con sensaciones olfativas que recuerdan a los frutos verdes (dependientes de la variedad de las aceitunas), procedentes de aceitunas verdes, sanas y frescas; o un frutado maduro, que recuerda a los frutos maduros. En cualquier caso, un aceite de oliva de calidad siempre presentará un frutado equilibrado, es decir, con sensaciones sensación olfato-gustativas armoniosas.