La trufa negra (Tuber melanosporum) es un hongo que crece bajo tierra, en simbiosis con las raíces de ciertos árboles, como encinas y robles. Su aspecto exterior es rugoso y de color negro, mientras que su interior es oscuro con vetas blancas. Tiene un aroma intenso y un sabor característico y complejo, que le ha valido el apodo de “diamante negro” de la cocina. Hoy os contamos las curiosidades de esta estrella de los hongos.
Temporada de la trufa negra
La temporada de la trufa negra se corresponde con los meses de invierno, desde noviembre hasta marzo, siendo enero y febrero los más óptimos para su recolección. Durante este período, las trufas alcanzan su tamaño y aroma máximos, gracias a las bajas temperaturas y las lluvias de otoño. La recolección se realiza con la ayuda de perros adiestrados, que son capaces de detectar el olor de las trufas bajo tierra. Una vez extraídas, se clasifican, limpian y se comercializan, convirtiéndose en uno de los productos más exclusivos y demandados del mercado gastronómico.
Su distribución muy limitada en el mundo. Principalmente, se halla en estado silvestre en Europa, en la franja mediterránea, siendo Italia, Francia y España los países afortunados. También se cultiva en otros países como Chile, Australia, Japón y Sudáfrica, pero con menor calidad y cantidad.
En España, la distribución de la trufa negra también se concentra en mayor grado desde el Mediterráneo hacia el interior de la península, en una estrecha franja que comprende sobre todo las provincias de Huesca, Teruel, Castellón, Soria, La Rioja, Álava y Navarra. Todas estas zonas se caracterizan por tener un tipo de suelo calcáreo, junto con una climatología y pluviometría adecuadas durante todo el año para favorecer la aparición de este hongo.
Recetas con trufa negra
La trufa negra es un ingrediente que aporta un toque sofisticado y único a cualquier plato. Su sabor es tan potente que basta con usar una pequeña cantidad para realzar el conjunto. Además, combina muy bien con todo tipo de alimentos, desde huevos, quesos, carnes, pescados, mariscos, pastas, arroces, verduras, patatas, hasta postres.
Una de las formas más sencillas y deliciosas de disfrutar de la trufa negra es rallarla o laminarla sobre un plato caliente, justo antes de servirlo, para que desprenda todo su aroma. Por ejemplo, se puede añadir sobre unos huevos fritos, una tortilla francesa, una crema de patata, un risotto, unos espaguetis, una pizza, una ensalada templada o un carpaccio de ternera.
Otra forma de aprovechar el sabor de la trufa negra es infusionarla en algún líquido, como aceite de oliva, mantequilla, nata, leche o caldo, y usarlo para elaborar salsas, vinagretas, cremas, sopas o purés. Por ejemplo, se puede preparar un aceite de trufa casero, calentando aceite de oliva virgen extra con unas láminas de trufa negra durante unos minutos, y dejándolo reposar en un tarro cerrado durante unos días. Este aceite se puede usar para aliñar ensaladas, tostadas, patatas o verduras asadas.
Otra opción es hacer una salsa de trufa negra, calentando nata líquida con trufa negra picada, sal y pimienta, y dejándola reducir hasta que espese. Esta salsa se puede servir con unos gnocchis, unos raviolis, un solomillo o un bacalao.
Por último, se puede sorprender con un postre de trufa negra, como unas trufas de chocolate y trufa negra, unas natillas de trufa negra, un helado de trufa negra o un flan de trufa negra. Estas recetas se basan en infusionar la leche o la nata con trufa negra, y seguir el procedimiento habitual para elaborar el postre elegido. El resultado es una combinación de dulce y salado, de textura cremosa y sabor intenso, que no dejará indiferente a nadie.
2 Responses
Lástima que sea un producto tan caro pero cualquier salsa con trufa sabe mejor
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