¿Sabías que para producir un kilo de aceite de oliva se generan en torno a siete kilogramos de subproductos? Hablamos de alperujo, huesos, hojas… Sin embargo, estos restos no tienen por qué ser residuos o desechos. Este es el objetivo de la bioeconomía del olivar, un modelo de economía circular que está cogiendo fuerza dentro del sector oleico.
¿Qué es la bioeconomía del olivar?
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define la bioeconomía como “la producción, utilización, conservación y regeneración de recursos biológicos -incluidos los conocimientos, la ciencia, la tecnología y la innovación relacionados- para proporcionar soluciones sostenibles (información, productos, procesos y servicios) dentro y entre todos los sectores económicos y permitir una transformación hacia una economía sostenible”. Así, la bioeconomía del olivar se refiere a la aplicación de estos principios de economía circular en el cultivo y producción del olivo. Es decir, consiste en aprovechar los subproductos generados durante la producción de aceite de oliva para crear nuevos productos o fuentes de energía.
No hay que olvidar que, en el sector agrícola, estamos ante residuos biológicos que, por su propia naturaleza, son de por sí renovables y pueden convertirse en una nueva materia prima. De ahí que los sistemas alimentarios (incluida la agricultura) representen el 71% de la bioeconomía actual en la Unión Europea, según la FAO. Se trata de cambiar la mentalidad de gestión de residuos a otra de aprovechamiento, donde nada se desperdicia y todo se reintegra en el ciclo productivo.
Ventajas de la revalorización de los subproductos
Este nuevo enfoque no solo minimiza lo que tradicionalmente se había considerado desechos, sino que también diversifica las fuentes de ingresos para los agricultores y productores, fortaleciendo la economía rural y promoviendo prácticas más sostenibles. En concreto, implementar la bioeconomía en el olivar ofrece múltiples beneficios:
- Reducción de residuos: Al transformar los subproductos en recursos útiles, se disminuye significativamente la cantidad de desechos generados.
- Ahorro de gastos: La reutilización de materiales reduce los costos asociados con la gestión de residuos y la compra de insumos.
- Nuevos ingresos: La creación de productos derivados, como biocombustibles o fertilizantes, abre nuevas oportunidades de negocio a las empresas olivareras.
- Sostenibilidad: Estas prácticas promueven un uso más responsable de los recursos naturales, disminuyendo la huella ecológica del sector.
¿Cómo se puede aplicar la bioeconomía al sector olivarero?
¿Te imaginas un mundo donde los residuos del olivar se convierten en bioplásticos o energía renovable? Esto ya es posible hoy día. En la actualidad existen diversas estrategias para incorporar la bioeconomía en la producción olivarera.
Por ejemplo, el alperujo, un subproducto de la molienda de aceitunas, se convierte en aceite de orujo, que puede usarse en la industria alimentaria, cosmética o de piensos para ganado, mientras que los huesos son redirigidos a la producción de biomasa. Los restos de poda también se destinan a compost para producir biofertilizantes, que reducen la dependencia de productos químicos, o para crear mantos vegetales para el propio campo, que previenen la erosión de forma natural. Asimismo, la investigación avanza en la creación de plásticos biodegradables a partir de compuestos presentes en los subproductos del olivar. De hecho, este fue la propuesta ganadora en el concurso ¡Emprendemos en el olivar!, organizado por la Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA) dentro del proyecto europeo Scale-up.
Ejemplos de bioeconomía del olivar en Coosur
En Coosur, la sostenibilidad no es solo una palabra; es una práctica diaria y muchos de estos ejemplos de bioeconomía del olivar ya están siendo implementados en la empresa para maximizar los subproductos. En concreto, hemos logrado valorizar más de 420.000 toneladas de subproductos cada año, convirtiéndolos en energía verde (biomasa), alimento para ganado, materia prima para cosmética y artículos medicinales.
Pero el compromiso con la sostenibilidad va más allá. Hemos logrado reducir casi un 30% las emisiones, pese a aumentar la producción, gracias a proyectos como la instalación de 51.000 m2 de placas fotovoltaicas en cinco de nuestros centros de trabajo o la sustitución de las calderas de gas por calderas de biomasa en los centros de Vilches y Tarancón. Es un orgullo poder decir que, con estas acciones, hemos evitado la emisión de 2.500 toneladas de CO2 al año.
En cuanto al consumo de agua, también se ha visto reducido un 17,4%, gracias a la depuradora que se ha puesto en marcha en Vilches y al modelo de triple uso del agua. ¿Sabías que las aguas residuales del proceso de aderezo de la aceituna de mesa se depuran para su reutilización en el lavado de aceituna en la almazara y el sobrante también se aprovecha para regar el olivar?
Como consecuencia de estas medidas, la instalación de Vilches ha sido certificada como un centro residuo 0, tras consolidar durante más de seis meses índices de reciclabilidad superiores al 95%. Un modelo de trabajo que Coosur está trasladando al resto de plantas de producción.
Y no podemos olvidar nuestras políticas verdes en materia de envases. De hecho, estamos duplicando cada año el número de envases RPet, es decir, elaborados con material reciclado, mientras que en las botellas de vidrio oscuro este porcentaje se eleva hasta el 70%, siendo un 18% el de vidrio transparente. Además, hemos conseguido que todos los materiales auxiliares sean 100% reciclables.
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