1. No conservarlo bien: como hemos dicho en otras ocasiones, los enemigos del aceite del aceite de oliva son la luz, el aire y el calor. Por ello, si queremos que nuestro aceite conserve todas sus cualidades organolépticas, deberemos mantenerlo al abrigo de estos tres elementos.
Si disponemos de una alacena cerrada, donde no haga calor, debemos ponerlo ahí. En caso contrario, buscaremos el lugar de la cocina donde mejor evitemos la luz y las altas temperaturas.
2. Dejar la botella cerca del fuego: si hemos dicho que debemos conservarlo lejos de las altas temperaturas… ¿por qué muchos de nosotros dejamos la botella que estamos utilizando junto a los fuegos? Puede resultar más cómodo, pero no le estamos haciendo ningún favor a nuestro aceite de oliva, así que, aunque tengamos que dar un pequeño paseo, es mejor alejarlo de los fogones.
3. Tardar mucho tiempo en consumirlo: a veces encontramos una oferta inmejorable y decidimos comprar grandes cantidades de aceite de oliva pero, ¿es una buena idea? Pues depende. Si somos grandes consumidores o tenemos una familia numerosa, puede ser útil, pero si lo compramos para almacenarlo durante largos periodos de tiempo, quizá no lo sea tanto.
No es que el aceite caduque, pero, como ya os hemos contado sí que tiene una “fecha de consumo preferente”, que es la que indica que el aceite se encuentra en el periodo en que conservan intactas todas sus propiedades organolépticas.
4. Pensar que no podemos reutilizarlo: hay quien piensa que el aceite de oliva es de un solo uso y, tras utilizarlo para un plato, lo desecha. Nada más lejos de la realidad, ya que este aceite puede reutilizarse un mayor número de veces que otras variedades. Si lo manipulamos y conservamos correctamente, podremos darle varias vidas, como os contamos en este artículo.
5. No usar virgen extra para cocinar o freír: seguro que habéis oído en más de una ocasión que el aceite virgen extra solo es para aliñar ensaladas o para consumirlo en crudo. Pues no es así. Algunas preparaciones, como las frituras, son más saludables si usamos variedades virgen extra.
Y no solo eso sino que, además, cunde más y podemos reutilizarlo más veces que otros aceites, así que todo son ventajas.
6. Calentarlo en exceso: había una costumbre bastante extendida en las cocinas de hace unos años que decía que había que dejar que el aceite humease. Pues en realidad no es así sino todo lo contrario. Cuando el aceite comienza a humear es señal de que se está quemando y, de nuevo, perderá parte de sus propiedades. Lo mejor es cocinar con él a una temperatura adecuada.
7. Desecharlo de manera incorrecta: una vez más, la comodidad nos lleva a deshacernos del aceite de oliva usado tirándolo por el fregadero o por el inodoro y con ello, estamos haciendo un enorme daño al medio ambiente. Para que os hagáis una idea, un solo litro de aceite usado podría llegar a contaminar hasta 1.000 litros de agua, así que, por mucho que nos cueste, debemos poner todo de nuestra parte para reciclarlo siguiendo los consejos que os dimos en este artículo.
8. Usar el mismo aceite para todas las elaboraciones: España es un país muy rico en variedades de aceite de oliva y cada una de ellas está indicada para unas u otras preparaciones. Los aceites monovarietales aportan diferentes aromas y sabores, más adecuados para unas u otras recetas. Hay variedades más indicadas para repostería, otras para su uso en platos de pescado, de carne y, por supuesto, algunas donde apreciamos mejor sus cualidades si las consumimos en crudo, o como parte de aliños.
Si dedicamos un poquito de tiempo a conocerlas, podremos disfrutar de todas las propiedades beneficiosas de nuestros aceites de oliva.