Huevos, patatas y aceite de oliva, tres ingredientes básicos que, unidos, dan como resultado una de las recetas más emblemáticas de la cocina española, y también de las más demandadas por quienes nos visitan: la tortilla de patatas. De origen incierto, ya que algunos lo sitúan en tierras navarras y otros en Extremadura, este sencillo plato está presente en casi todos los hogares, bares y restaurantes de nuestro país. Hoy os proponemos 4 variaciones de este clásico que, sin perder su esencia, dan un paso más en la elaboración de la tortilla de patatas.
Con cebolla caramelizada
Empezamos fuerte. Y es que, según la tradición, en España existen dos bandos claramente definidos respecto a la tortilla de patatas: los “concebollistas” y los “sincebollistas” o, lo que es lo mismo, quienes la prefieren con o sin cebolla. Nosotros vamos a contentar a los primeros proponiendo una variación elaborada con cebolla caramelizada.
Para elaborarla, solo tenemos que cortar abundante cebolla (mejor si es de variedad dulce) en juliana fina y ponerla en una sartén con un chorro de aceite de oliva y una pizca de sal. A pesar de su nombre, no es necesario añadir ningún tipo de azúcar, ya que la propia cebolla la contiene y se va liberando poco a poco durante la cocción. Es importante cocinarla a fuego muy lento e ir removiendo a menudo. Al menos necesitaremos 45-50 minutos para conseguir que la cebolla vaya cambiando su color a tostado.
Por otro lado, pelamos las patatas, las cortamos finas y las ponemos en una sartén con abundante aceite de oliva. Al cabo de unos minutos, bajamos un poco el fuego para dejar que la patata se confite, en lugar de freírse a fuego fuerte.
Una vez terminados ambos procesos, solo tenemos que mezclar los ingredientes con huevo batido, rectificar de sal y cuajar al punto preferido por cada uno. La cebolla caramelizada aporta melosidad y un ligero dulzor al resultado final.
Paisana
La tortilla paisana es una variante de la tortilla de patatas a la que, básicamente, además de los ingredientes tradicionales, se añaden verduras y embutidos. Las verduras pueden ser variadas, dependiendo del gusto de cada comensal, aunque tradicionalmente son guisantes cocidos, pimiento rojo, pimiento verde y calabacín, pero admite otros como espárragos verdes, puerro, etc.
En cuanto a los embutidos, el más tradicional es el chorizo, aunque hay recetas que también llevan taquitos de jamón.
La elaboración es sencilla, se cortan todas las verduras, incluyendo la patata, en trozos pequeños y se sofríen con aceite de oliva hasta que están blandos. Una vez que las verduras están pochadas, se añade el embutido y se mezcla todo. Se añade el huevo batido, se rectifica de sal y se cuaja.
Con jamón ibérico
Un buen jamón ibérico es capaz de mejorar cualquier plato y, por supuesto, también la tortilla de patata. La grasa que aporta el jamón ibérico hace que la tortilla sea más untuosa y el sabor que aporta es difícil de olvidar.
Para elaborar esta tortilla, solo tenemos que freír las patatas (con o sin cebolla según las preferencias de cada uno) en abundante aceite de oliva, escurrirlas bien y añadir el jamón ibérico cortado en tiras finas. Es importante añadirlo fuera del fuego para que, se cocine ligeramente con el calor de las patatas. Una vez mezclado, solo hay que añadir el huevo y cuajar la tortilla. En esta versión debemos recordar que el jamón ya aporta bastante sal por lo que deberemos tener cuidado a la hora de sazonar las patatas y el huevo.
Tortilla de patatas esponjosa
Esta versión de la tortilla de patatas apenas tiene variaciones en cuanto a ingredientes, pero el resultado se aprecia a simple vista: alta y esponjosa. ¿El truco? Media cucharadita de levadura y un chorro de leche al batir los huevos.
La base es exactamente igual que cuando hacemos la tortilla de patatas tradicional. Patatas fritas en un buen aceite de oliva y huevos pero, al añadir el chorrito de leche y la media cucharada de levadura, la textura –al cuajarla– se volverá más esponjosa y tendrá un mayor grosor. ¡Sorprendente!
Y vosotros, ¿con qué versión os quedáis?