El sector del aceite de oliva es un pilar fundamental en el sistema agroalimentario español. Somos líderes mundiales en superficie, producción y comercio exterior, con una producción que supone el 70% del total de la Unión Europea y el 45% de la mundial. Y si su importancia económica es vital, su repercusión social, ambiental y territorial no lo es menos. Según datos del Ministerio de Agricultura, más de 350.000 agricultores se dedican al cultivo del olivar, el sector mantiene unos 15.000 empleos en la industria y genera más de 32 millones de jornales por campaña.
Un sector de gran importancia a nivel nacional e internacional
El olivar abarca 2,75 millones de hectáreas de las cuales 2,55 millones de hectáreas pertenecen a olivar de almazara (93% del total de olivar). El cultivo está presente en 15 de las 17 comunidades autónomas con una distribución centro-sur y este de la península. Andalucía es la mayor región productora con 1,67 millones de hectáreas y concentra, fundamentalmente en Jaén, su tan característico “mar de olivos”.
España es el primer exportador mundial de aceite de oliva. Sus exportaciones suponen en torno al 65% de su comercialización total. El aceite de oliva representa el tercer producto agroalimentario más exportado por nuestro país, con más de 150 países de destino y una balanza comercial favorable que contribuye al saldo positivo del conjunto del sector agroalimentario.
Las dificultades a las que se enfrenta el sector del aove
A pesar de todas estas cifras positivas, a nadie se le escapa que, en los últimos tiempos, el sector se enfrenta a algunas dificultades causadas por la situación que se vive a nivel mundial.
Por un lado, los costes de producción se han disparado por el escenario macroeconómico de incertidumbre que vivimos, causado fundamentalmente por la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha afectado al precio de la energía y de otros elementos fundamentales para la agricultura, como los fertilizantes. Todo ello ha provocado un alza en los precios de todos los insumos necesarios para producir oliva.
Por otro lado, las condiciones climáticas, con una sequía galopante, están provocando una importante merma de la cosecha de aceituna. Según las últimas estadísticas de la Unión Europea se aprecia una reducción de la producción europea por las condiciones del clima de un 33,8%, en 2022, respecto al año anterior y, vista la escasez de lluvias, esta campaña podría ser igual o inferior. La preocupación ante esta bajada está ahora en saber si la cantidad de aceite de oliva va a ser suficiente para atender al mercado interior y a los habituales mercados donde España es el principal exportador.
En cuanto al mercado del aceite de oliva en España, es importante destacar los datos de producción de las últimas campañas. En la temporada 2020/2021, se registró una producción total de aproximadamente 1.400.000 toneladas de aceite de oliva en el país según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Sin embargo, en la campaña 2022/2023, esta cifra se redujo significativamente a alrededor de 680.000 toneladas principalmente por la escasez de lluvias. Y para la que se espera en 2023/2024 los expertos no son muy optimistas. A la falta de lluvias hay que sumarle las altas temperaturas registradas durante esta primavera, lo que está afectando muy negativamente en la floración del olivo.
Al alza de los precios de la energía y a la escasez de la producción hay que añadir otros sobrecostes, como el impuesto al uso de plásticos, uno de los materiales más utilizados para el envasado de aceite de oliva, que provoca que, a pesar de que la industria ha reducido sus márgenes, los precios hayan seguido creciendo, lo que provoca que la demanda y el consumo haya empezado a reducirse en unos hogares y negocios a los que les está tocando vivir una crisis económica más que evidente.